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jueves, 11 de febrero de 2010

La teta asustada


Latinoamérica, ay, latinoamérica ¿hacia dónde vamos? ¿hacia dónde nos dirigimos si no tenemos ni brújula ni meta? Llevamos ya cinco siglos en un alumbramiento eterno, no acabamos de nacer pero de morir tampoco; ni siquiera podemos ponernos de pie y caminar a donde nos lleven nuestros pasos; a donde nos lleven el viento y nuestras ganas; a bajar al mar o a subir una montaña. Sufrimos de una ataraxia que sólo aqueja a los pueblos del sur, a los pueblos bajo el Trópico de Cáncer, a los pueblos sin memoria, sin Dios y sumidos en la NADA.

A ritmo de cumbia nos arrastramos por el lodazal, torpes como gusanos que nunca verán la luz, ni ascenderán a los cielos. Fausta es así, como muchos de los que habitamos en este subcontinente, en este pedazo de planeta tan lleno de sufrimiento y de injusticia; ella no ha visto el mar, sólo ha visto la miseria y el miedo; mujer niña que canta sus penas, que inventa sus canciones y exorcisa con ellas sus demonios; es el fruto de un vientre violado, Fausta es una teta asustada, como les dicen en el Perú; una flor sin perfume que germinó bajo el ruido de la metralla.

Fausta tiene un solo amor: su madre. La madre no tiene nada, sólo su odio le ha pertenecido, y a él se aferra hasta que se le termina el tiempo sin que acabe de terminarse el odio. Algún día tuvo un huerto y sembró en él lo que quiso, pero siempre son más fuertes las querencias y abandonamos a veces un paraíso para caer de bruces en el infierno. No somos dueños de nada, ni siquiera de un pedacito de tierra que cobije nuestro cuerpo cuando morimos; no habrá siquiera una cruz, a veces, ni siquiera un cuerpo. Nos vamos como llegamos, solos y bañados en lágrimas, solos y amortajados con nuestro sudario, la única pertenencia que nos llevamos.

Fausta se queda sola, con el cadáver de su madre y sin una moneda en la mano para poder enterrarlo. Fausta tiene tanto miedo que mete en su vientre una papa, una papa que da retoños en vez de hijos, una papa que crece e invade todo su mundo y su cuerpo, pero prefiere eso que el sufrimiento que presenció en su madre. Fausta canta y gana perlas, ella llevará a su madre a conocer el mar, tendrá por fin un pedazo de tierra en donde enterrarla. En latinoamérica hay muchas Faustas; muchas niñas violadas como la madre, aterrorizadas, como Fausta. Y de su paso por el mundo, no queda nada, quizá un túmulo de tierra que los perros escarban; a veces un hoyo en el desierto o unas cenizas que el viento levanta. Una madre que las llora, un vestido de XV años; una foto en una caja de zapatos y una llaga en el alma.

La teta asustada está nominada para el Óscar a la mejor película extranjera. Este film no nos dice nada nuevo, no nos muestra desgraciadamente una realidad extraña; no no es desconocido ni nos espanta; es el pan nuestro de cada día. Y no, no podemos perdonar a los que nos ofenden, ni esperamos un paraíso ni a ningún mesías. Los hombres deberían pensarlo dos veces y con mucho cuidado; somos la mitad del mundo y ya estamos hartas. No vamos a pedir favores, exigiremos lo que por fuerza nos toca, lo que otras se han dejado quitar; lo que desprecian las más; lo que la mayoría de mujeres ni siquieran echan en falta: la Libertad de hacer lo que nos plazca, de pisar fuerte en el mundo sin nadie que nos diga que debemos ir dos pasos atrás, o que somos la sombre que impulsó a un hombre (marido o hijo), para que llegara muy alto; la libertad de llevar la frente muy alta, sin burkas, o velos, o papas; de salir o entrar sin tener que pedir permiso a nadie; de leer muchos libros; de llevar cortas las faldas; de una vez y para siempre, y por los siglos de los siglos, hasta que este pinche mundo acabe.

1 comentario:

Carlos Niebla Becerra dijo...

Pero... porqué pagar, aunque sea con únicamente mi tiempo, por ver una "dosis de realidad"? quizás le sirva a lesser-minds para reaccionar, pero gracias a tu review, no necesito verla ;)