Contador

Si me diste la gran alegría de leerme, deja un comentario para que mi felicidad sea completa

lunes, 7 de diciembre de 2009

AMANTES

¿Les ha pasado alguna vez que estando fuera de su casa no quieren regresar a ella por ningún motivo? Ahí los esperan los mismos muebles, los mismos colores, los mismos olores y los mismos libros (porque no han tenido ni tiempo de pasar a la librería a comprar uno nuevo), incluso, la misma luz del atardecer, que es tan triste. Así que deciden en unos segundos, dar una vuelta imprevista al volante y entrar por una calle por la que nunca han pasado ¡esta ciudad es tan grande! Ven un centro comercial y una idea luminosa entra e invade sus mentes: entrar a un cine puede ser la panacea para ese sentimiento de vacío, de descorazonamiento absoluto, de ser presos de La insoportable levedad del ser.
Al entrar nada más, da comienzo ese rito tantas veces llevado a cabo: buscar un lugar en un estacionamiento atestado de vehículos. Tras varias vueltas, escuchan el sonido de un motor encendiéndose y buscan desesperadamente qué lugar va a quedar vacío, en unos segundos logran localizarlo y corren hacia el deseado espacio, cuando están a punto de lograrlo, llega un güey con un carro chiquitito y rebasando por la derecha entra sin problemas en el pequeño cajón -cada vez son más chicos para ganar más dinero-, y sale presuroso y alegre de su autito viédolos con una lástima infinita. En ese punto tendrán dos opciones, sacar una llave de la bolsa y rayar a lo largo y a lo ancho todo el carrito, o buscar otro lugar. Optarán por lo segundo, dado que los mexicanos somos miedosos y dejados. Diez minutos después encontrarán por fin otro cajón disponible y podrán entrar esperanzados al cine.

Miran asombrados la cartelera. Resulta que en seis de los diez cines con los que cuenta el Centro Comercial, exhiben Luna Nueva, la segunda entrega de esa saga pedestre para adolescentes pendejos que se derriten por una banda de vampiros buenos, que no matan a nadie para alimentarse, sino que tienen guardadas en un refrigerador de quinta generación y fábrica de cubitos de hielo de colores, muchas bolsas con sangre fresca y debidamente analizada ¡no vaya a ser que esté contaminada con VIH y Hepatitis C. ¡No ven entonces la causa por la que poseen tremendos colmillos, si toman la sangre con popote y directamente de la bolsita, a la que sólo le falta el símbolo de Tous o Loui Vuitton!

En fin, y aquí quito el plural en segunda persona porque no tengo la costumbre de excusame entre muchos, y comienzo el singular de la primera persona que soy YO. Así que decido por una película que, de entrada, no me llamó la atención. El título es Amantes. Two Lovers. ¡Qué original! Dirige James Gray y actúan Gwyneth Paltrow y Joaquín Phoenix. El cartel me hizo pensar que iba a mirar una edulcorada historia de amor y yo no estaba para ésas, pero como era la única opción, no tuve más remedio que entrar y acomodarme en una butaca de una pequeñísima salita de tan solo 75 lugares. Ya eso me decía que no me había equivocado al juzgar la tal peliculita como apenas pasable pero nunca imaginé lo que realmente iba a encontrar.

Y lo que encontré fue nada más y nada menos que una adaptación cinematográfica de una obra de Dostoievsky: Noches Blancas. Tengo que confesar que habiendo leído muchas de las obras de este sublime autor, ésta precisamente, no he tenido el gusto de conocerla, pero me niego rotundamente a pensar que hubiese escrito algo tan malo, definitivamente NO. La peliculita en sí, nos habla de unos personajes ambivalentes, indecisos, que no saben en qué mundo viven, con problemas existenciales verdaderamente pavorosos y aparte de todo, mensos. En la treintena, el personaje de Gwyneth mantiene relaciones con un casado, es cocainómana, vive en un triste y deprimente departamento que le paga su amante y es secretaria el el bufete de abogados del cual él es socio, cuando menos tiene un lindo perrito; en cuanto a Phoenix, es un judío looser que casi a los 40 vive todavía con sus padres (una tristemente avejentada Isabella Rosellini), ayuda en el negocio de tintorería que tiene su familia en Queens, repartiendo la ropa de los clientes a pie, y se repone de un suicidio frustrado por el que estuvo un tiempo internado en un sanatorio psiquiátrico. ¡Todo un caso! El tercer personaje es otra judía dispuesta a casarse con él, tope en lo que tope, lo cual demuestra una de dos cosas: su total falta de autoestima, ya que no vale dos cacahuates, o que los judíos son todos tontos y loosers. Lo peor de todo es que este trío se comporta como si fuesen adolescentes, no deciden nada por ellos mismos, incluso salen de sus casas a escondidas como si todavía estuviéramos en tiempos de Romeo y Julieta.

Que algo no resultó en esta adaptación, se mira a todas luces. Lo único que se salva, según mi criterio, es la actuación de Phoenix. Amantes es una película sin brújula ni meta, podrá gustar a unos cuantos, lo que es a mi, definitivamente no estaba para ver una historia tan anodina que lo único que me provocó fue un coraje que todavía no se me quita. Finalmente, puedo afirmar que es un film totalmente prescindible en estos tiempos en los que necesitamos tanto salir de esta realidad tan caótica para refugiarnos en lo que consideramos debe ser una de las ramas más atrayentes del Arte como debe ser el cine.

Lo único que saqué en claro de una tarde abominable es que no debemos ser tercos y regresar temprano a casita, ahí nos quedará el consuelo de que siquiera no encontraremos pendejos en mini carritos, aunque quien sabe...










No hay comentarios: