
En mi ya largo recorrido por la vida, he constatado que hay que ir con mucho cuidado, pisando siempre con cautela infinita el camino que tenemos que recorrer; tocando, con inconmensurable cuidado, las puertas que queremos abrir, que debían estar siempre abiertas, pero que casi siempre permanecen cerradas; tratando, de despertar almas dormidas; intentando, una y otra vez, sacar de la oscura y tenebrosa caverna de la ignorancia, a los espíritus medrosos que prefieren la oscuridad a la cegadora luz del conocimiento que los hará libres ¡Hay tanto cansancio en mi alma, soy tan sólo un pequeño lúmen rodeado de tinieblas!
Ayer tuve un sueño, más bien una pesadilla horrorosa que cimbró hasta lo más profundo, hasta lo más recóndito de mi espíritu. Soñé que en mi país ya nadie tenía fe ni confianza en nadie ni en nada; que todos y cada uno de los cien millones que lo habitan, sólo se interesaban en su pequeño, imbécil y vacío mundo; que a los gobernantes sólo les interesaba el poder que les dimos, de la manera más irresponsable, para medrar, robar, engañar, asesinar, traficar con drogas y el poder, prostituir y prostituirse, con tal de atiborrar con dólares sus cuentas de banco. Soñé que las religiones ya no eran un refugio para nadie, pues sus ministros se habían convertido en seguidores de Moloch, dando la espalda a cualquier valor que los hiciera HUMANOS; soñé, que un enorme ejército de niños tenían en sus manos -esas pequeñas manos que deberían sostener un libro-, armas para matar impunemente, por tan sólo unas monedas, ya que una familia, un Estado, una sociedad, los había olvidado, les había cerrado todos los caminos para sobrevivir, menos el del crimen; soñé que el ejército que nos debía proteger, estaba en gran parte también, del lado del crimen y la oscuridad; soñé que los líderes sindicales no existían para proteger a sus agremiados, sino para explotarlos y vivir como reyes a su costa; también estaba en mi pesadilla una Suprema Corte de Justicia, que se vendía al mejor postor, soñé miles de cuerpos mutilados, violados, torturados, desintegrados; soñé a miles de secuestrados, a niños abandonados, a mujeres despedazadas y olvidadas; soñé también un criminal incendio provocado, en donde murieron muchos niños inocentes, para ocultar los crímenes de un gobernador corrupto y asesino; soñé que todos los días eran requisadas miles de toneladas de droga, pero que nadie sabía lo que se hacía con ella ¿LA VENDEN? ¿A DÓNDE VA ESE DINERO? Soñé a una mujer horrible, asquerosa y siniestra que se hacía cargo de la Educación de todo un país, cuando ella ni siquiera sabía hablar; soñé miles y miles de niños y jóvenes perdidos en el mundo de la drogadicción y el abandono; soñé a un presidente obsesionado, que quería acabar con los criminales, cuando los que lo rodeaban, los más cercanos, eran los PEORES; un presidente que decía pelear por la paz y la justicia, cuando ni siquiera había llevado ABSOLUTAMENTE A NADIE a la cárcel, por tantos crímenes cometidos; soñé a miles de mujeres preocupadas por su apariencia y no por su mente ¿cómo es que podían dar a LUZ a sus hijos?, a miles de hombres que habían perdido el rumbo y vagaban como zombies, pensando que este país era sólo futbol (¡¡¡!!!) y, que sólo por él, seríamos salvados; soñé ríos de sangre, ayes de dolor, risas de burla, olor a pólvora, sonido de balazos, de ambulancias, de patrullas; soñé que una mafia, LA PEOR DE TODAS LAS MAFIAS, estaba a cargo de la mal llamada "Cultura" de este país, y que defendían sus cotos de poder, sin dejar a entrar a nadie que no fuera uno de sus nefandos, mediocres, envidiosos, sobrevalorados, vengativos, vendidos, corruptos y prostituidos grupitos. ¿Cuántos de todos los muertos, murieron con los ojos inmensamente abiertos y el alma encogida, haciéndose una sóla pregunta: ¿PORQUÉ? PERO, SOBRE TODO, SOÑÉ QUE EN ESTE PAÍS, A NADIE LE IMPORTABA NADA.
Yo no temo a nada, duermo con la puerta abierta y camino con seguridad por las calles de esta ciudad tan violenta, bajo el sol, o a media noche, sólo los criminales temen, no estoy en ese grupo; pienso dormida y despierta que la única salida para acabar con esta pesadilla que tuve, es terminar, de una vez por todas, con la IMPUNIDAD que nos agobia, encerrar a cadena perpetua a dos o tres monstruos en la celda donde deben estar (ya que no hay pena de muerte y que ésta sería poco castigo para ellos). Ustedes sabrán a que clases de monstruos me refiero. Pero no se preocupe nadie, AL FIN Y AL CABO, todo fue una pesadilla; este país no existe más que en mis sueños y en mis pesadillas y, al final de todo, sólo somos un saco de huesos y sangre y estamos aquí de paso. Cuando despierte quienquiera que sea el que nos esté soñando, seremos nada, ni siquiera polvo, ni tan sólo un recuerdo para nadie, nadie nos extrañará, nadie llorará por nosotros, nadie dará unas palabras al pie de nuestro sepulcro... simplemente, porque ya no quedará NADIE que lo haga.