Contador

Si me diste la gran alegría de leerme, deja un comentario para que mi felicidad sea completa

lunes, 20 de abril de 2009

EL LIBRO DE PIEDRA


Entre lo más horrible, malhecho, pedestre, asqueroso, espeluznante, rocambolesco, patético, ridículo, espantoso e infinitamente contaminante que he visto, y no en los últimos años, sino en toda mi vida, y no porque ocasione miedo ni terror, sino sólo asco y vergüenza, es esta peliculucha, remake de otra que fue mucho mejor, El libro de piedra, y que ha sido con mucho lo peor de lo peor, de lo peor...ad infinitum.


Dicen que hay que apoyar el cine mexicano, pero definitivamente antes de poner en cartelera algo tan bochornosamente malo, habría que advertir del daño mental que seguramente sufrirá quien tenga la peregrina idea de entrar a cualquiera de las salas en donde se exhibe esta pavorosamente idiota película. Comienzo por preguntarme quién chingados es Julio César Estrada, el pomposamente llamado Director. Buscando en la red, encontré que también dirigió Cañitas y Hasta el viento tiene miedo, - que no dejo de agradecer a los dioses no haber visto-, por lo que me queda claro que a falta de ideas propias, se ha dedicado a remakear a todos aquellos a quienes toma desprevenidos, porque sólo estando totalmente desprevenidos o siendo totalmente pendejos, los dueños de los derechos de tales películas han podido tener el atrevimiento de cederle, venderle o regalarle los derechos a tal topil que innecesariamente ha hecho estas copias tan malas y que debido a la total falta de un crítica medianamente inteligente, se ha dedicado a treparse a las primeras páginas de las revistas y periódicos que en este ignorante país, se dedican a hablar de espectáculos.


Tuve la inmensa suerte de tener como maestro al Señor Carlos Enrique Taboada, y no tengo la menor duda de que se ha de estar revolviendo en su tumba al ver la basura en que convirtieron una película -que sin muchas pretensiones de llegar a ello-, se había convertido en un clásico de terror mexicano. ¡Tiemblo de terror con sólo pensar en que a este güey asqueroso, mal llamado Director, se le ocurra remakear Veneno para las hadas! En ese mismo momento lo busco y lo pateo. Cuando menos...


La verdad no sé si Plutarco Haza y su ex mujer, la Paleta, sean o no, buenos actores, nunca veo telenovelas, pero el caso es que aquí, en el mamotreto que me ocupa, debieron ser tan mal dirigidos, que la verdad, dan ganas de vomitar. Y qué decir de la Sosa, que lleva todo el peso del mal llamado film, y que con una cara de eterno sufrimiento hace gala a su apellido y sólo logra ocasionarnos con su actuación, un terrible cólico miserere. De la niñita, ni hablar, no digo nada sólo por respeto a los peques, y porque le damos el beneficio de la duda con un director tan gacho y naco.


Respecto al alma máter, del tal Estrada, no sé si nunca debió haber entrado o nunca debió haber salido -digo, de la universidad-, pero deberíamos preguntar a la Universidad del Valle de México, cómo le hace para egresar de sus filas a profesionistas tan infinitamente deleznables ¡Qué vergüenza, qué sopor y qué bochorno!


En lo tocante a los patrocinadores, ¡En qué cochinadas tira usted su dinero, señor Slim! Despida inmediatamente a quien se atrevió a leer el guión y recomendar que se patrocinara tal porquería.
El mamotreto es tan pestilente, que al escribir éstas líneas aún tiemblo del coraje, de que por andar de alma caritativa y tratar de apoyar el cine mexica, haya yo pasado tan mal rato. Y les aclaro, yo y todos los que estábamos en la sala. La rechifla fue de antología, seguramente ya nadie se atreverá a entrar. Hubieran ustedes visto la cara de los que salían. De dar lástima.


Y para finalizar, topil Estrada, usted no es director, ni guionista, ni cineasta, ni nada que tenga que ver con el maravilloso Séptimo Arte, que debería inspirarle más respeto. Usted, lo único que merece es sentarse eternamente a mirar su misma película, por los siglos de los siglos, hasta que la mala memoria que dejó en todos, logre borrarse para siempre.

UNA PASIÓN SECRETA


A veces resulta desesperante mirar la cartelera cinematográfica. Las sinopsis no dicen mucho, es más, no dicen casi nada. El único referente es el director y en algunas ocasiones, los actores. En este caso, el haberme enterado de que Una pasión secreta, le valió el Oscar a Kate Winslet, fue el detonador para que inmediatamente me desviara del camino que llevaba en esos momentos y me decidiera a entrar a un cine. Y en la más completa ignorancia de lo que iba a ser representado en la pantalla, me senté en uno de los comodísimos sillones ergonómicos de una sala Cinemex y me dispuse a gozar de la historia, la dirección y las actuaciones, en ese riguroso orden.


Pasión. (Latín passio) Sufrimiento, serie de tormentos. Perturbación o afecto desordenado del ánimo: dejarse llevar por sus pasiones. Inclinación muy viva de una persona por otra: ella (él) es mi pasión. Deseo vehemente. Objeto de deseo.


A ese sentimiento yo simplemente le llamo: "el toque del ángel", y tanto puede ser el toque de un ser angélico benévolo, como cuando uno siente pasión por la literatura, la música, la pintura, la belleza, etc. y nos impulse a hacer muchas cosas, o nos haga sentir que las hacemos; o el toque de un ángel malévolo que nos cambie la existencia para siempre. Cuando hablamos de pasión, nos referimos a un sentimiento que no tiene límites, que no conoce la mesura, que salta todos los diques y que lo abarca TODO. Esta es la pasión amorosa por otra persona. La literatura está llena de estos ejemplos y siempre terminan en tragedia. Y aquí es muy importante decir, que nadie escribiría sobre amores anodinos e insípidos y que casi todas las historias que hemos leído, son sobre seres apasionados.


Una pasión secreta, es lo que nos dice el título: una pasión entre un chico de tan sólo 15 años y una mujer que se acerca a los 40. Michael y Anna son tocados por el ángel y no hay nada que puedan hacer para evitar sentir lo que sienten, lo que viven y lo que sufren, porque finalmente la pasión es un tremendo dolor, pero agridulce, soportable y definitivamente: evidiable, que casi siempre lleva consigo otros componentes: lo secreto y lo prohibido.


En el castigado Berlín de los años 50´s, todavía están muy recientes las heridas de la segunda guerra. Los ofendidos gritan pidiendo justicia y los ofensores tratan de comprender porqué fue que las cosas sucedieron, como sucedieron. Todavía no han construido el muro de la ignominia, así que los berlineses transitan libremente de un lugar a otro y tratan de llevar una vida normal en todos los sentidos.Todos quieren restañar sus propias heridas. En este marco, es que los dos protagonistas se conocen. Ninguno sabe nada del otro, simplemente porque esto no es necesario cuando se habla de una pasión. No hay preguntas ni curiosidad en ella, que no parece esperar ya nada de la vida, ni en él, que lo espera todo. Simplemente se aman sin cuestionarse nada. El chico no tiene ningún pasado, por supuesto; y la mujer ni siquiera tiene que ocultar el suyo, pues el chico nunca hace preguntas ni demuestra celos por un pasado en el que él ni siquiera existía aún. Lo que los une además de la pasión que comparten, es la literatura, que parece ser la única curiosidad que tiene ella. Una y otra vez, se reúnen para compartir historias, epopeyas y poemas. A veces invirtiendo el orden, primero la lectura y después el amor, otras, el amor y la pasión seguidas por un buen libro.


Un día, Anna desaparece sin dejar el menor rastro, dejando el plano real para pasar a formar parte del mundo onírico de Michael, que no concibe la existencia sin ella. El ángel lo ha tocado y él ni siquiera sospecha que éste toque es para siempre. La gran mayoría pasamos la vida deseando ser los protagonistas de una pasión sin límites, pero es claro que ni siquiera podemos imaginar a lo que nos llevaría esa pasión y que debemos tener cuidado con lo que pedimos, porque alguien nos puede conceder ese deseo. Otros, los más valientes y osados, piensan que no importa ni mucho ni poco el sufrimiento y que la vida sin una pasión no es digna de ser vivida; y se lanzan ciegos y enloquecidos a lo que seguramente será su fin, pero siempre será el fin que ellos persiguieron y no el que la vida se digne a otorgarles. Cuestión de libre albedrío.


La película es inconmensurablente bella, con esa rara belleza que tiene el sufrimiento sin límites, ese dolor que sentimos gozosos, porque es extraño, porque no se dá tan fácilmente, porque no lo encontramos muchas veces en toda nuestra existencia y porque...¿Porqué no decirlo? En ocasiones, sólo muy raras veces, nos gusta apurar el cáliz hasta el fondo, dejar que las lágrimas corran libremente por nuestro rostro y limpien nuestra alma, que los sollozos estremezcan nuestro cuerpo sin avergonzarnos por ello, que nuestra mente cuestione de una vez por todas y sin ambages ni hipocresía, toda nuestra triste y desolada vida. Una pasión secreta, deja de serlo cuando es compartida por todos los que tuvimos la buena idea de entrar a una oscura sala y sentir compasión, esto es: compartir la pasión con los protagonistas de esta historia sublime e inolvidable.


Película: Una pasión secreta ( The reader)
Director: Stephen Daldry
Actriz: Kate Winslet
Actor: Ralph Fiennes
Sala: La que tú elijas.
Espectador: Ojalá y todo el mundo

lunes, 13 de abril de 2009

BACKYARD - TRASPATIO



En este planeta hay muchos infiernos, pero sin duda, uno de los más espantosos es una ciudad del norte de la república llamado Ciudad Juárez. Hace muchos años anduve por allá y ya era feo, de hecho, nunca ha sido ni siquiera medianamente pasable, pero hoy sí que puede catalogarse como un infierno; y seguramente más violento, corrompido, contaminado y sucio, que el mismo infierno que inventó Dante.


¿Qué es lo que pasa por allá para que sea catalogado así? Hace unos días tuve la desgracia de entrar a un cine -por aquello de apoyar a las cintas nacionales-, y ver una película escrita por Sabina Berman y dirigida por Carlos Carrera, llamada Traspatio. Por supuesto que el sólo nombre nos remite al patio de atrás; de atrás de donde sea, puede ser de una casa, de una cantina, de una bodega, de un mercado, de cualquier edificio, de una morgue...en este caso, es el traspatio de un país: Los Estados Unidos de América, pero la película en cuestión sólo nos muestra que en al tal traspatio sólo echamos basura los propios mexicanos, por lo cual, el dichoso nombrecito sale sobrando, porque si la ciudad en cuestión está en el norte, ese debería ser nuestro jardín. Es lógico ¿No?


Me explico: en primer lugar, el guión es tendencioso y nos muestra que a las mujeres que matan por allá, las matan por putas, alocadas, mancornadoras y sinvergüenzas ¡Ni más, ni menos! Además, ni la escritora ni el director, tuvieron el valor de tomar al toro por los cuernos y mostrarle al espectador los antecedente de tal situación, sólo vemos cómo está, pero no porqué está así. ¿Qué factores influyeron para que ese lugar se convirtiera en la cloaca más pestilente de todas? y aquí llegaríamos al segundo lugar: hace cerca de 20 años, a un pendejo presidente se le ocurrió la peregrina idea de que los mexicanos deberíamos ser esclavos de quien tuviera el capital necesario para poner maquiladoras y recoger toneladas de billetes con la mano de obra más barata del mundo, claro, la gran tajada se la llevaban los políticos y la gran chinga los mexicanos. A razón de un dólar por hora, los pobres del sureste mexicano, se volcaron materialmente, tras el sueño de tener un sueldo seguro y no pasar más hambre ni arriesgarse al cruzar el río Bravo, para trabajar en los yunaites, como dicen ellos. De pronto, y en muy poco tiempo aquello se llenó de gente para la cual no existía la más mínima infraestructura, pero ¿a quién chingados le importaba? Que se acomoden donde puedan, el desierto es muy grande, además, que no nos digan que estaban acostumbrados a hoteles de cinco estrellas, cualquier puente puede servir de cobijo, cualquier hoyo de casa, cualquier agujero de hogar, dijeron los inefables políticos de nuestro más inefable país.
El tercer factor fue que junto con las maquiladoras y los esclavos, llegó la fauna más nociva del mundo: la humana. En Ciudad Juárez hay una cantina en cada esquina y veinte giros negros -que funcionan las 24 horas-, en cada manzana. Claro, con su respetiva mordida a las corruptísimas autoridades municipales y a la poli y ni quien diga nada.


Y con las drogas y el alcohol llegaron (o ya estaban allí), los más terribles, despiadados, chacales, pestilentes, enfermos, asquerosos, bestias, asesinos, violadores, cobardes, miedosos, eunucos mentales, impotentes e hijos de la putísima madre que los parió -iba a decir hombres, pero de eso nada-, sólo los animales bípedos más nocivos que estaban a la sombra, pero que con la llegada de carne fresca, salieron de sus guaridas y comenzaron a darse cuenta de que las mujeres eran el filón más grande de todos. O sea, trata de blancas, prostitución a la luz del día, y lo peor y más nefasto de todo: un mercado inmenso (Y ahora sí, aquí vienen los gloriosos E. U. con la población más degradada y pervertida del mundo), para películas pornográficas snuff, en donde la "protagonista" por fuerza tiene que morir. Y comenzaron a salir a cazar por los alrededores de las fábricas el material que necesitaban. Salen en grupos, como las hienas -y que no parezca un insulto a esos animales que sólo se alimentan de carroña-, no, éstos buscan carne y sangre fresca y van en grupos y armados porque son las bestias más cobardes del mundo.


¿Y las autoridades? Son todos hombres, o al menos, lo parecen. No les interesa en lo más mínimo lo que está ocurriendo, ellos nada más reciben su parte y a otra cosa, mariposa. Si a alguna mujer se le ocurre ir a investigar por su cuenta, la hostigan y amenazan hasta que logran amedrentarla y hacerla huír. Los medios están vendidos, muy bien comprados por los cárteles de la droga y la prostitución, la poli, también. ¡Oh! ¿Y ahora quién podrá defendernos? Y por muuuuy increíble que parezca, y en tiempos electorales, este pinche pueblo que no tiene la más mínima memoria, y que por no leer ni en defensa propia, es uno de los más ignorantes del mundo, se prepara para votar en julio, pensando que ahora sí, éste es el bueno, el que va a cambiar las cosas de una vez por todas. ¡Ay! Yo sólo ruego a los dioses, que el asteroide que viene acercándose a la Tierra, se impacte de lleno en este país y el mundo seguramente quedará mejor. Porque lo cierto es que dígase lo que se diga, ya no tenemos remedio.

viernes, 3 de abril de 2009

Eduardo Galeano



El pasado 9 de marzo, y con motivo del Día Internacional de la Mujer, asistí a nuestro glorioso Auditorio Nacional, invitada por un grupo de amigas a las que quiero mucho, mucho, ¡muchísimo!, porque se tiene que querer mucho a alguien para sentarse a sufrir por más de 8 horas seguidas, -excepto una sola ponencia-, el sinfín de tonterías que van a decir ese día las representantes más distinguidas de la mujer mexicana.(¡!) Entre ellas, Gaby Vargas, impecablemente vestida con un precioso modeo de Versace; hasta una pendeja cuyo nombre no recuerdo, (y que Alá tenga en su gloria) porque yo de ninguna manera, que un día vió un gusano en la banqueta y al cabo de varios días de pasar por ahí, se encontró una mariposa, eso la hizo pensar (?) que todas podíamos cambiar, y rauda y veloz se puso a escribir un libraco que ha tenido récords de ventas, ¡Háganme ustedes el favor! Y eso no fue todo, desde la llegada lo tratan a uno como si fuera ganado rumbo al matadero. Explico: las edecanes del auditorio, que más parecen prófugas del metate, -¡Atención, señora Directora, fíjese a quién contrata!-, revisan implacablemente nuestros bolsos para ver que no llevemos ninguna clase de cámaras por aquello del Copy right, ellas dicen: copi rai. Después,y ya dentro del recinto, lo sientan a uno a empujones en el asiento en que a ellas se les antoja, no en el que nos toca por el boleto que les mostramos y que ni siquiera ven. ¡Ah! y no se le ocurra querer apartar un lugar para su amiga que a última hora decidió ir al tocador, ¡No!, tendrá que quedarse parada, porque las fieras no permiten bajo ningún motivo que se aparte un asiento. Total, que uno sale de ahí sintiendo que han sido las 8 horas más miserables de nuestra vida. Y eso que se trata de festejarnos.


Pero, ¿Porqué estoy escribiendo ésto si voy a hablar de Eduardo Galeano? ¡Pues para que se note la enoooooorme diferencia!


Ayer asistí a Cultisur, el corazón cultural de nuestra admirada y querida Universidad Nacional, específicamente a la hermosísima Sala Nezahualcoyotl. La conferencia, en la que Eduardo Galeano ¡Que Alá sí tenga en su gloria por los siglos de los siglos! anunciaría el más reciente libro que tuvo a bien regalarnos para nuestro disfrute infinito: "Espejos". Cuando llegué eran las 3.30 p.m. y ya había una fila de más o menos ochocientas personas, la inmensa mayoría estudiantes, que perfectamente bien ordenados y estoicamente aguantadores bajo un sol abrazador, esperaban ansiosos la hora de entrar. No tuve más remedio que imitarlos, y pasé a formar parte de la cola, como decimos coloquialmente los mexicanos. Casi enseguida me percaté de que había dejado sus libros -los de Galeano-, en la cajuela de mi auto y ante la disyuntiva de regresar hasta el estacionamiento por alguno de ellos, o caminar sólo unos pasos a la librería Julio Torri, que estaba frente a mí, decidí por lo segundo y compré dos. Armada con ellos, regresé a la cola resignada a esperar dos horas y media de pié y bajo un sol tan radiante como seguramente brillaría el primer día de la creación, pero sabedora de que leyéndolos, las horas se tornarían en minutos.


Ahí no había fieras edecanes, no había guardias de seguridad, nadie nos trató como si fuésemos ganado, simplemente porque no hacía ninguna falta, Eduardo Galeano, sólo inspira amor y respeto. ¡Y lo mejor de todo! nadie revisó nuestros bolsos o mochilas ni nos quitó los celulales o las cámaras; todos los asistentes le tomaron las fotografías que quisieron sin límite de tiempo ni cantidad, ni calidad; grabaron la plática e incluso subieron al estrado para abrazarlo y besarlo, y el SEÑOR, como si nada, feliz y contento, y todos los que tuvimos la inmensa suerte de asistir y escucharlo, ídem. Lo mejor de todo, fue que me enteré que el SEÑOR, pidió que se nos dejase entrar una hora antes a la sala porque pensó que debíamos estar muy cansados. Repito: ¡Que Alá lo tenga en su gloria!


Galeano habló de muchas cosas, porque son muchísimas cosas las que llenan su mente. Habló de Los Nadies, de todos nosotros, de los que nadie sabe nada, a los que nadie conoce. De nuestras luchas, nuestros anhelos, nuestras pequeñas dichas y nuestro sempiterno sufrimiento. También habló de los terribles crímenes de los grandes, los que sí son alguien, los explotadores, los políticos, los reyes y las reinas traficantes de drogas, como la reina Victoria de Inglaterra. Habló de amor, de la muerte, del dolor de vivir, de la inmensidad de Lorca y del silencio de Rulfo, nos habló de las mujeres, de la infamia que hemos sufrido a lo largo de milenios y de la lenta reivindicación a la que apenas estamos llegando. Nos habló del Holocausto de Paraguay, del que poco sabemos, porque el otro, ha sido tan nombrado que oculta a TODOS los holocaustos, incluso a algunos más grandes e infames; nos convocó a leer, a enterarnos de lo que pasa y ha pasado en el mundo antes de nuestra llegada.


Eduardo Galeano habla lento y pausado, con una voz tan dulce que acaricia nuestro corazón, sus manos se mueven independientemente de sus palabras, mientras en ellas sostiene unas pocas cuartillas, las que según él, eran unos cuentos que nos iba a leer, pero sus ojos azules y calmados como el agua de un lago en el cráter de un volcán apagado, jamás se posaron en esas cuartillas, Galeano sabe lo que dice, lo sabe de memoria y tiene la completa seguridad de que dice la verdad, no tiene que recurir a la lectura para hacernos vibrar o para recordar algún hecho histórico o algún poema. Me dió la impresión de que Galeano lo sabe todo.


Quiero terminar diciéndoles que en la vida existen poco momentos en los que sentimos que somos parte de la Divinidad, ayer por la tarde, yo lo sentí. Lo sentí con una claridad tan diáfana y estremecedora que me dió miedo. Y como para muestra sólo es necesario un botón, ahí les dejo ésto de su autoría.


La noche
Me desprendo del abrazo, salgo a la calle.
En el cielo, ya clareando, se dibuja, finita, la luna.
La luna tiene dos noches de edad.
Yo, una.