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viernes, 21 de agosto de 2009

TERMINATOR



El cine es una de mis pasiones, y como tal, no conoce límites. A lo largo de mi vida he visto toda clase de películas: en todos los colores y dimensiones; acerca de todos los temas y géneros y en todos los idiomas; de todos los países y de todas las épocas; desde sus inicios y hasta el último estreno; con actores muy buenos y otros deleznables; dirigidos por genios o chapuceros sin ningún valor. He visto miles de películas pero sólo algunas se han quedado conmigo a lo largo de muchísimos años. Y definitivamente muy pocas quedarán en mi mente el día que yo desaparezca de este mundo. Esta es una de ellas.

A lo largo de las décadas que he dedicado a la más grande de las artes, he visto evolucionar y revolucionar todo. Entrar a un cine es y seguirá siendo para mí, las más grandiosa de las aventuras. El cine no es para verlo en casa por muy grande que sea la pantalla que tengamos en ella; no es para verlo en soledad, sino para compartir con muchos, con cientos o miles, las emociones que genera y espero siga generando, pienso que cuando ya no haya gente en las salas de cine, habremos perdido lo último que nos quedaba para hacer este mundo más vivible y soportable.

Cuando algunas veces he sentido que el cine ya se agotó y que difícilmente harán algo nuevo para sorprendernos, llega una película como Terminator Salvation y me deja callada, emocionada al límite, clavada materialmente en la butaca, esperando no sé qué, con los ojos fijos en la pantalla oscura, hasta que los encargados de la limpieza, llegan para hacer su trabajo y decirme de alguna manera que el film ya terminó, que debo salir para entrar de nuevo al desolado y gris mundo en el que vivimos, que debo salir de un futuro menos ominoso y violento, al presente en el que estamos viviendo.

En el aquí y el ahora, no hay máquinas asesinas que nos persigan con sus ojos rojos que pueden detectar el calor de nuestros cuerpos o el latido de nuestros corazones, no hay una empresa como Skynet que los construya en serie y cada vez más mortíferos para acabar con el último ser humano del planeta, no existen grupos de resistencia para defensa de los pocos que han quedado después de una guerra nuclear, no ha ocurrido tampoco una gran guerra como la primera y la segunda, que sin ser mundiales acabaron con muchos millones de personas. Por todo ésto, debería yo estar felíz al término de la proyección y dirigirme tranquila a mi casa, después de todo, sólo se trató de un film futurista, nada de lo que hay en el mundo tiene parecido con lo que acabo de mirar en la pantalla.

Aquí sólo hay inofensivos cajeros automáticos que cobran por sus servicios sumas estratosféricas; cajas de cobro automático que nos sacan mucho dinero por ocupar un cada vez más pequeño lugar en un estacionamiento al que necesariamente acudimos para ir a hacer nuestras compras; amables voces grabadas en teléfonos para indicarnos qué número marcar si queremos hacer, preguntar, contratar, denunciar o pedir cualquier cosa que necesitemos; hay quietecitos e inofensivos parquímetros en las banquetas con una insaciable hambre de monedas que nos vemos obligados a sacar apuradamente de nuestra bolsa si queremos ocupar tan sólo unos minutos un pequeño espacio en una calle que es nuestra, que pagamos y mantenemos con nuestros impuestos; hay también un sinfín de máquinas en las que hacemos los pagos de casi todo lo que consumimos. Existen otras máquinitas muy graciosas sin las cuales ya no podemos vivir: los teléfonos celulares, los Ipods, los Blackberrys, los GPS, los chips que ya instalan en mascotas y que pronto ya estarán siendo insertados en personas por la cuestión de los secuestros, y otro montón de máquinas lindas e inofensivas que desplazaron a millones de seres humanos de sus empleos. Nos dijeron que estaban ahí para hacer más eficiente el trabajo, nos vendieron la idea de que con ellas estaríamos mejor atendidos y lo creímos sin pensar dos veces, que en muy poco tiempo, las carreras carísimas que la mayoría de los tontos padres pagan en las más caras universidades, no servirán para nada, pues pronto las máquinas lo harán todo y no será necesario seguir ocupando gente. Las máquinas no cobran por sus servicios, no enferman, no hacen manifestaciones, no se van a huelga, no son corruptas, no se reproducen como hongos pestilentes y maléficos, no necesitan antioxidantes ni cirujías plásticas, no sienten envidia, no engañan, no hacen falsas promesas, no tienen ambiciones, no traicionan, no roban, no ensucian, no mienten, no luchan entre ellas, no votan. En suma: no hacen ninguna de las cosas espantosas que hacemos los seres humanos.

En el mundo no existe todavía (más que en la mente de algunos pragmáticos avanzados) una empresa como Skynet, dedicada a hacer robots en serie, pero, ¿no son acaso una fábrica de robots humanos las cadenas televisivas de todo el planeta? ¿no muestran caras, cuerpos, casas y ciudades inexistentes que todos quisieran poseer, en las que todos quisieran vivir? ¿no es cierto que para lograr lo que les muestra la moderna máquina con pantalla plana y alta resolución, muchos matan, violan, secuestran, trafican, corrompen y destruyen todo a su paso? ¿no se nos extrae hasta la última gota de sangre a través de impuestos para todo sin recibir nada a cambio? ¿no se nos vigila y hostiga todo el tiempo a través de padrones cada vez más elaborados? ¿es acaso que miento cuando digo que ya no se nos permite ni siquiera tomar la sal que apetezcamos? ¿que bebamos? ¿que fumemos? ¿que pensemos?

Cuando salí del cine, pensé que Terminator, que por otro lado diré que me impresionó por su total y absoluta perfección tecnológicamente hablando, por el guión y la producción, por sus efectos especiales, su sonido y una dirección impecable, no es una película futurista, y si lo es, se quedó muy corta. En el futuro del que nos habla, habitan seres humanos que todavía creen en ideales y luchan por ellos. Si este presente no es tan oscuro y ominoso ¿porqué tenemos tanto miedo? ¿porqué vivimos tan angustiados? ¿PORQUÉ?
La única razón que en este momento encuentro para seguir en este mundo, es esperar a la proyección de Avatar. Esperen el estreno el próximo diciembre, y por favor, véanla como debe ser: en una sala de cine.

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