
Entre lo más horrible, malhecho, pedestre, asqueroso, espeluznante, rocambolesco, patético, ridículo, espantoso e infinitamente contaminante que he visto, y no en los últimos años, sino en toda mi vida, y no porque ocasione miedo ni terror, sino sólo asco y vergüenza, es esta peliculucha, remake de otra que fue mucho mejor, El libro de piedra, y que ha sido con mucho lo peor de lo peor, de lo peor...ad infinitum.
Dicen que hay que apoyar el cine mexicano, pero definitivamente antes de poner en cartelera algo tan bochornosamente malo, habría que advertir del daño mental que seguramente sufrirá quien tenga la peregrina idea de entrar a cualquiera de las salas en donde se exhibe esta pavorosamente idiota película. Comienzo por preguntarme quién chingados es Julio César Estrada, el pomposamente llamado Director. Buscando en la red, encontré que también dirigió Cañitas y Hasta el viento tiene miedo, - que no dejo de agradecer a los dioses no haber visto-, por lo que me queda claro que a falta de ideas propias, se ha dedicado a remakear a todos aquellos a quienes toma desprevenidos, porque sólo estando totalmente desprevenidos o siendo totalmente pendejos, los dueños de los derechos de tales películas han podido tener el atrevimiento de cederle, venderle o regalarle los derechos a tal topil que innecesariamente ha hecho estas copias tan malas y que debido a la total falta de un crítica medianamente inteligente, se ha dedicado a treparse a las primeras páginas de las revistas y periódicos que en este ignorante país, se dedican a hablar de espectáculos.
Tuve la inmensa suerte de tener como maestro al Señor Carlos Enrique Taboada, y no tengo la menor duda de que se ha de estar revolviendo en su tumba al ver la basura en que convirtieron una película -que sin muchas pretensiones de llegar a ello-, se había convertido en un clásico de terror mexicano. ¡Tiemblo de terror con sólo pensar en que a este güey asqueroso, mal llamado Director, se le ocurra remakear Veneno para las hadas! En ese mismo momento lo busco y lo pateo. Cuando menos...
La verdad no sé si Plutarco Haza y su ex mujer, la Paleta, sean o no, buenos actores, nunca veo telenovelas, pero el caso es que aquí, en el mamotreto que me ocupa, debieron ser tan mal dirigidos, que la verdad, dan ganas de vomitar. Y qué decir de la Sosa, que lleva todo el peso del mal llamado film, y que con una cara de eterno sufrimiento hace gala a su apellido y sólo logra ocasionarnos con su actuación, un terrible cólico miserere. De la niñita, ni hablar, no digo nada sólo por respeto a los peques, y porque le damos el beneficio de la duda con un director tan gacho y naco.
Respecto al alma máter, del tal Estrada, no sé si nunca debió haber entrado o nunca debió haber salido -digo, de la universidad-, pero deberíamos preguntar a la Universidad del Valle de México, cómo le hace para egresar de sus filas a profesionistas tan infinitamente deleznables ¡Qué vergüenza, qué sopor y qué bochorno!
En lo tocante a los patrocinadores, ¡En qué cochinadas tira usted su dinero, señor Slim! Despida inmediatamente a quien se atrevió a leer el guión y recomendar que se patrocinara tal porquería.
El mamotreto es tan pestilente, que al escribir éstas líneas aún tiemblo del coraje, de que por andar de alma caritativa y tratar de apoyar el cine mexica, haya yo pasado tan mal rato. Y les aclaro, yo y todos los que estábamos en la sala. La rechifla fue de antología, seguramente ya nadie se atreverá a entrar. Hubieran ustedes visto la cara de los que salían. De dar lástima.
Y para finalizar, topil Estrada, usted no es director, ni guionista, ni cineasta, ni nada que tenga que ver con el maravilloso Séptimo Arte, que debería inspirarle más respeto. Usted, lo único que merece es sentarse eternamente a mirar su misma película, por los siglos de los siglos, hasta que la mala memoria que dejó en todos, logre borrarse para siempre.