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sábado, 10 de enero de 2009

Al comenzar el año...


"Quiero encontrar una canción que te haga daño"...Así dice una canción que no sé ni me importa quién canta. Tampoco quiero hacer daño a nadie, ni que me lo hagan a mí. ¿Queda claro? Sólo quiero reflexionar sobre el fatídico final del año que acaba de terminar. No creo en ciclos ni fechas, nunca he pensado en que la frase "año nuevo, vida nueva", tenga algún sentido. Seguimos siendo los mismos, seguimos cometiendo los mismos errores y sólo espero, no sigamos con la misma gente.


Explico: El fin del año lo pasé en el norte del país. Ese norte tan cacaraqueado, tan pujante y tan trabajador que presume que sostiene al resto del país debido a la influencia bienhechora de los Estados Unidos. Específicamente, Torreón Coahuila, Gómez Palacio y Ciudad Lerdo Durango, toda esa zona, más conocida como La Laguna. En cuanto llegamos, los parientes del norte se esmeraron en llevarnos a conocer "lo nuevo"; nuevos Centros Comerciales con las mismas tiendas del Distrito Federal, nuevos restaurantes en donde se reúnen los nuevos "capos" de los diversos cárteles que se disputan el poder a sangre y fuego; nuevos y lujosos fraccionamientos en donde los mismos "capos" se construyen majestuosas residencias rodeadas de guaruras, nuevos e inmensos Cristos en lo alto de los cerros pelones que desde lo alto miran inmutables todo el desastre. Hay algunas cosas nuevas, muy pocas. Todo lo demás, es un inmenso, terrorífico, peligroso y abandonado, pueblo fantasma.


El Centro de la ciudad de Torreón, antes pletórico de comercios en los que se daban cita los lugareños, con su hermoso Casino hoy abandonado, sus hoteles, en donde podíamos ver huéspedes ilustres, como un Kirk Douglas, John Wayne y otros actores que iban a filmar películas en un pueblo construido exprofeso en el desierto, hoy están dejados de la mano de Dios y en las manos de la polilla. Museos que nadie visita, cines quemados, plazas sucias y llenas de puestitos de fritangas, mercados solitarios...Todo se ha ido a los alrededores y son trasnacionales, los laguneros rara vez visitan su Centro Histórico ni saben nada de su pasado, lo peor, no les interesa. Hoy, sólo vemos las cadenas Hollyday Inn, Western, Caminos Reales, etc, todas las ganacias se van de la zona y sólo se utiliza la mano de obra barata.


Yo tengo buena memoria, y puedo recordar sin ningún esfuerzo a La Laguna de hace treinta años: Un lugar verde y lleno de vida. Todavía llegaban gaviotas en busca del agua que otrora llenaba todo el lugar, de ahí su nombre. Todo el campo aledaño a las tres ciudades estaba sembrado de vides y algodón; en la zona industrial estaban las despepitadoras, que ahora los lugareños ni siquiera imaginan para qué servían, sólo las ven enmohecerse bajo el sol inclemente de todos los días. Las bodegas del Vergel eran visitadas como un atractivo turístico, y en ellas se llevaban a cabo las bodas y fiestas más rimbombantes de La Laguna. En ese entonces todavía era incipiente la industria lechera que ahora es lo único que le da vida: LALA, Chilchota, Bachoco y anexas comenzaban apenas a ser lo que ahora son. Se exportaba algodón y vinos a diversas partes del mundo y la Feria del Algodón y de la Uva era una deleite para propios y extraños.


Hoy, los campos agrícolas están ocupados por miles y miles de naves industriales en donde se maquila de todo. Desde prendas de mezclilla que derrochan la poca agua de la zona, hasta partes para computadoras. Algún presidente vio eso como la salvación para una parte del país que vivía tranquila con lo que tenía. Con sueldos de hambre, cada vez más bajos, puesto que hay que competir de alguna manera con los chinos, los obreros trabajan en la maquila una tarea enajenante durante más de ocho horas diarias sin ver el sol y sin sentir el aire fresco. Cobran su raquítico salario y lo derrochan en alcohol para olvidar su triste realidad. Los campos ahora se siembran con el forraje que alimenta al ganado y la leche, los quesos y la carne que éste produce, nunca llega a las mesas de la mayoría de los habitantes de la antes gloriosa Laguna.
"La laguna tiene dinero, la Laguna tiene algodón, y por eso, los laguneros somos puritito corazón", así cantaban orgullosos los habitantes hace más de treinta años. Hoy, los hijos y nietos de ellos, corren varias veces en el día, para esconderse de una bala perdida. Las camionetas de la AFI y la PFP, recorren sus calles día y noche y al grito de sálvese el que pueda, los laguneros viven entre el terror a los narcos, el miedo a la policía y el hambre que los cerca cada vez más, siempre por otra crisis más terrible que la anterior.


Yo no nací ahí, no soy de ese lugar triste y abandonado del país. Sólo digo lo que era y lo que es. Reclamo con furia al presidentillo que tuvo la brillante idea de cambiar las cosas. No creo en la buenas intenciones. Sé que en éste país nunca ha existido la planeación ni el desarrollo sustentable, pero, ¡Por Dios y su Santa Madre! Pudo, puede y seguirá habiendo presidentes estúpidos, pero siempre serán sólo uno. ¿Y nosotros? ¿Porqué hemos dejado y desgraciadamente seguiremos dejando que esto pase? Es la reflexión de principios de año, sólo eso. Requiescat in pace, querida Laguna.